Historia de la pintura en el gótico

El desarrollo de la Arquitectura gótica con la progresiva sustitución del muro por grandes ventanales con vitrales de colores que permiten el paso hacia el espacio interior de una luz polícroma y matizada, implicó, en las grandes Catedrales Gòticas de Francia, a la práctica desaparición de la pintura mural que se había desarrollado ampliamente en los muros de las iglesias románicas.
Se desarrolla la pintura gótica por todo el tiempo de su escultura correspondiente y al igual que ésta se caracteriza por la tendencia constante a la imitación de la naturaleza sacudiendo los convencionalismos y amaneramientos bizantinos y románicos pero sin tomar como ideal de belleza el arte griego ni romano antiguo y sin degenerar en profana y desenvuelta. Por lo mismo, aunque dicha pintura es un verdadero renacimiento, se distingue de la propiamente llamada del Renacimiento clásico en que no cifra, como ésta, su perfección en la belleza de las formas exteriores (que, aun sin descuidarlas, resultan, a veces, algo incorrectas en la pintura gótica) sino, sobre todo, en la expresión de la idea religiosa y en dar al as figuras cierto sabor místico y eminentemente cristiano.
La pintura con este espíritu realista cristiano renació a finales del siglo XIII y fue la Italia septentrional la que le dio el empuje decisivo pues auque desde los comienzos del siglo iba soltándose más y más la pintura de los códices (o miniaturas), sobre todo en Francia, buscando la realidad y delicadeza en las figuras, todavía les faltaba mucho a éstas para ser modelos en dibujo y perspectiva. Lo mismo cabe afirmar de pinturas murales, aunque no se cultivaran mucho en la época gótica fuera de Italia. En este país, apegada a la forma basilical de las iglesias, hubo mayor campo para los cuadros murales y para mosaicos de historias y pudieron surgir de ella un Cimabue y un Giotto en la segunda mitad del siglo XIII. Hacia los últimos años del siglo siguiente aparecen nuevas escuelas o centros poderosos de este movimiento artístico, tomando un carácter realista y humano principalmente en Flandes, Alemania y Francia, coincidiendo con la expansión que obtuvo el teatro religioso. A mediados del siglo XV se hallaba tan pujante la pintura gótica o del Occidente cristiano que bien merece llamarse dicho siglo el siglo de oro de la pintura cristiana desde el punto de vista de la expresión religiosa.
Se ha dicho que la pintura gótica tiene su espacio propio en los grandes vitrales de les Catedrales y en las miniaturas polícromas de los libros, pero atendiendo a la pintura propiamente dicha, esta subsistió en los retablos, en las tablas pintadas que forman los frontales o los laterales de los altares y en en los muros de las capillas laterales.
En la Toscana, las escuela sienesa y florentina, con el Giotto como el mas grande de los pintores del Trecento, continuaron la tradición de la gran pintura mural, ya que la arquitectura gótica no llegó a echar raíces en Italia como en Francia. Esta pintura toscana del Trecento, siendo plenamente gótica, anticipa ya el Renacimiento.


Nicolás Falcó y Onofre, Damián y Pablo Forment. Retablo Eucarístico del Convento de la Puridad de Valencia. Tabla, 1500 - 1515
Hieronymus Van Aken "Bosch", El Bosco. Tríptico de la Pasión. Tabla, hacia 1515 - 1520.
Rodrigo de Osona. Piedad. Tabla, final del siglo XV.
Jaume Baço Jacomart. San Jaime y San Gil. Tabla, hacia 1450

Dentro de la evolución pictórica del siglo XV se distinguen dos estilos, el estilo gótico internacional y el estilo flamenco. El primero corresponde a los dos últimos decenios del siglo XIV y perduró en la mayor parte de Europa durante la primera mitad del siglo XV.

El estilo flamenco surgió en Flandes en el primer tercio del siglo XV, paralelamente al renacimiento italiano, y se difundió por el resto de Europa durante la segunda mitad del siglo. El estilo internacional apareció en el centro del continente como consecuencia de la fusión de elementos y formas del gótico lineal con las innovaciones técnicas e iconográficas aportadas por los pintores italianos del trecento (Giotto, Duccio, Simone Martini y los hermanos Lorenzetti). El estilo se caracteriza por la valoración expresiva de lo anecdótico, la estilización de las figuras, el predominio de las líneas curvas tanto en los pliegues como en las posturas corporales, la introducción de detalles naturalistas con fines simbólicos y el empleo de una técnica minuciosa.


Rodrigo de Osona. Piedad. Tabla, final del siglo XV.
En torno a 1400 en Francia comenzaron a florecer las cortes de los duques de Berry y Borgoña. En la corte del duque de Berry destacó el importante taller de ilustración de manuscritos, con ejemplos magníficos de libros de horas como Las grandes horas y Las muy ricas horas del duque de Berry. El estilo gótico internacional contó con interesantes artistas en Alemania, como el pintor Stefan Lochner y el maestro del Jardín del paraíso; y en España, con destacados miembros de la escuela aragonesa y catalana como Pedro Nicolau, Lluís Borrassà o Bernardo Martorell.

El estilo flamenco se inició en las cortes de los duques de Berry y de Borgoña. La principal aportación de esta escuela es la utilización de la técnica al óleo, que permite una mayor viveza y enriquecimiento de la gama cromática, la realización de veladuras y la obtención de colores compuestos. Los rasgos más definitorios del estilo flamenco fueron el mayor naturalismo, el gusto por el detalle a través de una técnica minuciosa y, en ocasiones, la codificación simbolista de la gama cromática y de ciertos objetos. Los iniciadores de la escuela flamenca son los hermanos Huberto y Jan van Eyck, cuya primera obra célebre fue el retablo de El cordero místico de la iglesia de San Bavón de Gante. De Jan van Eyck es una de las mejores obras del arte flamenco, Giovanni Arnolfini y su esposa (1434, National Gallery, Londres). Otros pintores destacados son el maestro de Flémalle (Robert Campin), Rogier van der Weyden, Hans Memling, Dierick Bouts y Hugo van der Goes. Sin embargo, dentro de la escuela destacó una figura excepcional, avanzada para su época: Hieronymus van Aken, llamado el Bosco, que desarrolló en sus obras un universo surrealista en clave moralizante. Entre sus obras cabe citar El jardín de las delicias (Museo del Prado, Madrid).

A lo largo del siglo XV la influencia flamenca se extendió por toda Europa, considerada como un renacimiento nórdico ajeno al punto de vista conceptual de la edad media. En España la pintura flamenca tuvo un especial desarrollo gracias al oficio de algunos pintores destacados como Luis Dalmau, Jaime Huguet, Jacomart, Bartolomé Bermejo y Fernando Gallego.

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